“La ponencia alternativa: un espejismo que pone en riesgo la vida”
“Colombianos, no podemos dejarnos engañar. La salud, que es el tesoro más grande de una nación, está hoy en riesgo por una reforma que ha sido advertida como desfinanciada y sin recursos, según la misma Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Hacienda. Pese a estas alarmas, algunos senadores insisten en promover una ponencia alternativa que, lejos de corregir las debilidades del proyecto de gobierno, se convierte en una jugada política para ganar visibilidad en tiempos de campaña.”
Esta ponencia no resuelve la crisis de medicamentos, no protege a los pacientes de enfermedades huérfanas, no ofrece garantías a los maestros del FOMAG ni atiende las voces de las asociaciones médicas y de pacientes. Por el contrario, abre una ventana peligrosa para que el Gobierno acomode la reforma a su antojo en la plenaria del Senado, poniendo en riesgo la salud de todos los colombianos.
Senadores: la nación no les pide más audiencias ni discursos, les exige decisiones responsables. No abran ventanas falsas, ciérrenlas todas en nombre de un pueblo que clama por estabilidad y verdad. La salud de Colombia no puede ser un experimento electoral ni un paso en falso que condene a las próximas generaciones.
Como hace siempre en los últimos días, el Principito pasó de nuevo por el Asteroide del Senado. Allí encontró a un grupo de senadores discutiendo con solemnidad. Esta vez, hablaban de algo que llamaban “ponencia alternativa”, para un proyecto que ya había mostrado grandes grietas.
El Principito, curioso como siempre, se acercó y preguntó:
—¿Por qué insisten en proponer una alternativa a algo que no tiene otro espacio? ¿No ven que ponen en riesgo la salud de todo el universo llamado Colombia?
Un rey vestido con discursos respondió:
—Queremos cambiarlo todo, pero aún no sabemos con qué dinero ni cómo hacerlo.
Un vanidoso, rodeado de micrófonos y cámaras, interrumpió:
—¡Hemos hecho cientos de audiencias públicas! ¡Mírenme! ¡Escúchenme! ¡Con esta ponencia alternativa nos hacemos visibles!
El Principito lo miró fijamente y preguntó:
—¿Y esa ponencia arregla las debilidades del proyecto del Gobierno?
—¿Tiene respuestas para la crisis del FOMAG o para la falta de medicamentos de las enfermedades huérfanas?
—¿Es capaz de garantizar recursos reales si hasta la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Hacienda han advertido que se trata de una reforma desfinanciada, sin fuentes claras de sostenibilidad?
El vanidoso se quedó sin respuesta.
Entonces apareció el zorro, que le susurró al oído al Principito:
—No es una solución, es solo una jugada política. La alternativa no sana, solo distrae. Busca votos en tiempos de elecciones, no un sistema de salud justo.
El Principito recordó lo que había aprendido de los sabios de otros asteroides. Morgenthau decía que el interés nacionales la brújula que mantiene la cohesión y asegura la supervivencia de los pueblos. Y Tocqueville advertía que el individualismo político lleva a los líderes a buscar su propio brillo, aislándose de la sociedad que deberían cuidar.
—Entonces… —reflexionó el Principito— ¿para qué abrir una ventana que solo deja entrar la tormenta? Si esta reforma acabaría con la salud de los colombianos, una ponencia alternativa no es más que un atajo para que el Gobierno acomode todo a su antojo en la plenaria.
Los habitantes del asteroide comenzaron a murmurar:
—¿Y si damos un punto del PIB a un proyecto que no tiene futuro?
—¿Y si destruimos lo poco que queda, en lugar de construir sobre lo construido?
El Principito levantó la voz y habló fuerte a los senadores:
—No engañen a los ciudadanos. No inventen soluciones que no existen. Desde el principio se ha dicho que esta reforma destruiría la salud. Una ponencia alternativa solo abre la puerta al mismo error. Senadores: dejen de abrir ventanas para lavarse las manos. Ciérrenlas todas y hagan lo que pide una nación: proteger la salud, no entregarla a cálculos electorales.
Y luego, mirando al cielo, el Principito habló también a los ciudadanos de Colombia:
—No se dejen confundir. La salud no es un botín político, es un derecho que pertenece a todos. Defiéndanlo. Exijan a quienes legislan que archiven esta reforma y trabajen en una propuesta seria, fiscalmente sólida y construida con médicos, pacientes y familias. Porque la salud de una nación no se improvisa: se cuida como lo más sagrado.
Así, el Principito siguió su viaje, convencido de que había dicho la verdad más simple: cuando la política olvida el interés nacional, la salud deja de ser un derecho y se convierte en un juego peligroso.