El Principito y el Rey del asteroide de Nariño que prefirió Palestina mientras sus niños eran vendidos

En el asteroide de Nariño, el Rey gritaba por Palestina y atacaba a sus rivales, pero callaba ante sus propios niños vendidos. Ese año, 221 menores fueron explotados en Bogotá: 118 niñas y 103 niños, mientras en 2023 se registraron 8.295 delitos sexuales contra menores en Colombia.

El Principito buscó protestas, pero solo encontró a Los Imitadores, jóvenes que agitaban banderas extranjeras y repetían consignas que no entendían.

—¿Y quién grita por los niños de Kennedy, Usme y Los Mártires? —preguntó.

Nadie respondió. El silencio fue la única voz.

“Colombia no fue gobernada: fue traicionada”, escribió el Principito en su cuaderno.

El Principito no cayó en un desierto, sino en el asteroide de Nariño. Allí vivía un Rey que hablaba sin descanso. Pero nunca hablaba de sus niños desaparecidos, ni de los atentados que golpeaban sus calles, ni de las familias rotas por la violencia. El Rey solo gritaba por Palestina, atacaba a sus opositores y soñaba con ser protagonista de guerras lejanas.

El Principito decidió mirar más allá del palacio. Y lo que encontró lo horrorizó: camionetas esperando en los colegios para engañar niñas con falsas promesas de modelaje, adolescentes capturados por “sugar daddies” en redes sociales, cuerpos convertidos en transacciones digitales.

Ese año, 221 menores fueron víctimas de explotación sexual en la capital del asteroide: 118 niñas y 103 niños.

Recordó también que en 2023 se cometieron en Colombia 8.295 delitos sexuales contra menores de edad, y que UNICEF advertía que en el mundo 370 millones de niñas y mujeres habían sufrido violencia sexual antes de cumplir los 18 años.

El Principito buscó voces de protesta. Pero el asteroide estaba mudo. Nadie marchaba. Nadie exigía justicia.

Solo encontró a un grupo extraño: eran Los Imitadores. Jóvenes que pintaban banderas extranjeras en sus mejillas, gritaban por Palestina y repetían consignas que no entendían. El Principito les preguntó:

—¿Y quién grita por los niños vendidos aquí? ¿Quién marcha por las niñas de Kennedy, de Usme, de Los Mártires?

Los Imitadores bajaron la mirada. No tenían respuesta. No tenían opinión. Eran eco, no conciencia.

Entonces el Principito comprendió la tragedia: el asteroide de Nariño no estaba gobernado, estaba traicionado.

El Rey había preferido ser agitador internacional antes que protector de su niñez.

Y Los Imitadores habían cambiado el valor por la estupidez de la moda, más dispuestos a gritar por muertos lejanos que por la sangre de su propia casa.

Y el Principito escribió en su cuaderno:

“Este asteroide será recordado por su traición.

Traidor el Rey, primer traidor de la niñez colombiana.

Traidores los jóvenes, que callaron ante los gritos de sus propios niños”.

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