“El Principito y el Congreso Pro Vida: Pensando en la Vida como Interés Nacional”
“El Principito recuerda al Congreso Pro Vida cuál debe ser su verdadera finalidad: proteger y celebrar la vida como interés nacional. En este día que comienza, con alegría y esperanza, se analiza cómo cada decisión debe poner en el centro lo más valioso de nuestro pueblo, cuidando la vida, la infancia, la dignidad y los vínculos que nos unen. Ojalá que al final de esta jornada se pueda levantar un manifiesto, firmado por congresistas e invitados, que sirva de guía y recordatorio en cada acción que emprendan: que la vida sea siempre la brújula que oriente nuestro futuro común y nos inspire a construir juntos un país más justo y humano”.
Hoy, el Principito miró al zorro y le dijo:
—Hoy comienza el Congreso Pro Vida. Es un día especial, porque cuando se pone en el centro lo más valioso que tenemos, todo vuelve a tener sentido. La vida debe ser reconocida como interés nacional, y todo lo demás debe girar a su alrededor.
El zorro, con su mirada serena, respondió:
—Sí, Principito, pero recuerda que en los últimos años también han surgido proyectos que parecen hablar de derechos, aunque esconden caminos de oscuridad.
El Principito recordó entonces lo que había escuchado en la tierra de los hombres. Estaba el proyecto sobre la eutanasia, que buscaba legalizar la muerte médicamente asistida, olvidando que la verdadera dignidad no está en acelerar el final, sino en acompañar con cuidado hasta el último aliento. También estaba el proyecto sobre la licencia menstrual, que aunque hablaba de bienestar laboral, reforzaba la idea de que los llamados “derechos sexuales y reproductivos” podían imponerse por encima de lo más sagrado. Y, por qué no decirlo, apareció aquel que pretende crear una justicia especializada con enfoque de género para prevenir, investigar, sancionar y reparar violencias contra mujeres y personas diversas. Aunque se presentó como una defensa, en realidad abre la puerta a ideologías que dividen, relativizan valores fundamentales y amenazan la protección de la infancia y la estabilidad de los hogares.
El Principito suspiró y le dijo a sus amigos:
—¿No ven cómo poco a poco se priorizan discursos que desplazan el verdadero interés nacional? Hemos visto cómo se reparan muertes con compensaciones, como dicen los realistas clásicos, pero no se repara el alma de un pueblo que pierde lo más querido. El interés superior de todos nosotros es la vida, preservar lo humano, lo esencial, lo que da sentido a nuestra existencia colectiva.
El zorro, con ternura, añadió:
—Por eso necesitamos recordar que el Congreso no fue creado para legalizar la muerte, sino para cuidar lo que hace florecer a un país: la niñez, los vínculos solidarios y la esperanza de un futuro en común.
Y todos los amigos del Principito, reunidos en torno a la conversación, sonrieron con alegría:
—Quizá hoy, en este Congreso Pro Vida, podamos levantar un manifiesto entre senadores e invitados especiales. Un compromiso sincero para desterrar los proyectos que oscurecen y devolverle al Congreso su verdadera vocación: ser una institución que siembra futuro y guarda lo esencial.
El Principito cerró su cuaderno y escribió con esperanza:
—“Cuando la vida, lo más valioso de un pueblo, se convierte en prioridad nacional, no hay noche que dure para siempre. Colombia puede volver a brillar si su Congreso recuerda que su misión es proteger la vida, la dignidad, la infancia y la unidad de nuestra sociedad.”