¿El gobierno del cambio? El abandono de la familia

“En nombre del cambio, este gobierno ha desmantelado los pilares que sostenían a millones de familias colombianas. Hoy, la vivienda es un privilegio, la educación un sueño lejano, y la comida un lujo inalcanzable. Mientras el presidente viaja y repite discursos sobre justicia social, la familia —célula vital del Estado— ha sido abandonada, empujada a la incertidumbre y a la pobreza. No hay equidad cuando se reduce la cobertura, no hay justicia cuando se recortan oportunidades, y no hay futuro cuando se deja sola a la familia”.

La familia es el centro de toda sociedad. Es la célula fundamental del Estado. Sin ella, no hay país posible. Pero, ¿cuándo fue la última vez que, como nación, nos sentamos a evaluar si realmente hemos protegido y fortalecido a nuestras familias? Hoy, tristemente, la respuesta es evidente: la familia ha sido abandonada.

En lugar de avanzar hacia la equidad prometida, el Gobierno actual ha profundizado la desigualdad entre los hogares más vulnerables. Empecemos por lo básico: los subsidios. En Colombia, especialmente en los estratos 1 y 2, los programas sociales no son un privilegio, son un salvavidas. Y en un gobierno que se autodenomina el del "cambio", del "pueblo", de la "justicia social", se esperaban más oportunidades, no menos.

Pero ocurrió lo contrario. La creación de Renta Ciudadana, que prometía eficiencia al unificar Familias en AcciónJóvenes en Acción e Ingreso Solidario, resultó ser un retroceso. Pasamos de 5,1 millones de hogares beneficiados en el gobierno anterior, a tan solo 2,9 millones. Casi 50 % menos. ¿Dónde está la igualdad si ni siquiera se mantiene la cobertura mínima? ¿Menos hogares, más justicia?

Como si no bastara, programas esenciales como Colombia sin Hambre y Mi Casa Ya fueron suspendidos. Y el recorte presupuestal al DPS dejó sin sustento a miles de hogares que durante años lucharon por acceder a vivienda digna. Familias que hoy, o siguen arrendando en condiciones precarias, o han visto frustrado su sueño por la imposibilidad de pagar sin ayuda del Estado.

¿Este es el cambio? ¿Reducir la cobertura de ayudas sociales mientras se incrementa la incertidumbre? ¿Acaso este abandono no es una forma de romper lentamente la posibilidad de formar familia en Colombia? ¿Cómo se puede exigir estabilidad y natalidad si no hay garantías mínimas para los jóvenes que desean construir un hogar?

La situación es aún más crítica si hablamos de educación. El Icetex, en lugar de ser fortalecido, se debilitó. Pasó de un presupuesto de 4,4 billones a solo 2,8. Las tasas subieron, los créditos bajaron. Colfuturo también redujo su cobertura: de aceptar al 47 % de sus aspirantes, ahora apenas admite al 24 %. La educación, el único camino posible para que muchas familias salgan de la pobreza, hoy es más inaccesible que nunca.

Y mientras las oportunidades se reducen, el costo de vida no deja de aumentar. La comida sube mes a mes, el transporte es más costoso por el alza de diésel y gasolina, y los nuevos impuestos sobre los productos básicos asfixian a las familias con ingresos bajos. Comer bien ya no es un derecho, es un privilegio.

En este panorama, la familia ha perdido todo:

  • Perdió el derecho a la vivienda.

  • Perdió el acceso a la educación.

  • Perdió la seguridad alimentaria.

  • Perdió la esperanza.
    Y, para completar, perdió la seguridad misma.

Mientras tanto, el presidente sigue viajando, hablando de justicia social en foros internacionales, pero ignorando que aquí, en su propio país, las familias viven con miedo, frustración y abandono.

¿Este es el famoso cambio? ¿Una Colombia con menos hogares protegidos, con menos acceso, con menos futuro? ¿Una Colombia donde ser familia es un riesgo, no una bendición?

El verdadero cambio será cuando volvamos a poner a la familia en el centro del Estado. No en el discurso. En las decisiones. En el presupuesto. En las prioridades.

Porque cuando un Gobierno abandona a la familia, lo que en realidad está haciendo es empujar a la sociedad entera al vacío.

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