De Celebrar la Fe a Hacer Campaña: La Libertad Religiosa Como Herramienta Política
El 4 de julio, Colombia celebra el Día Nacional de la Libertad Religiosa. Esta fecha fue pensada para recordar que todos, sin excepción, tenemos derecho a creer, a orar, a predicar y a vivir nuestra fe con libertad. Fue una conquista histórica que quedó plasmada en la Constitución de 1991, y que representa la dignidad de poder levantar las manos al cielo sin miedo, sin persecución, sin censura.
Pero con el pasar de los años, este día ha comenzado a perder su verdadero sentido. Lo que antes era una jornada para agradecer a Dios por la libertad espiritual, hoy en algunos lugares se ha convertido en una vitrina política, en un escenario para discursos que suenan más a campaña electoral que a palabra profética.
Muchos pastores y creyentes decían antes que "la política no es para nosotros", pero también citaban con orgullo las palabras de Thomas Jefferson sobre el muro entre la Iglesia y el Estado. Hoy ese muro parece haberse derrumbado, no para proteger la fe, sino para permitir que unos pocos crucen con sus intereses al otro lado, usando la religión como trampolín político.
El sociólogo evangélico Paul Freston lo expresó con claridad:
"La participación política evangélica en América Latina ha estado marcada más por ambiciones personales de pastores que por una agenda ética coherente basada en valores cristianos."
Y lo estamos viendo: algunos líderes de grandes iglesias no solo han tomado el poder político, sino que lo reparten entre los suyos. Si no son ellos quienes se lanzan como candidatos, entonces eligen a uno de sus fieles para que sea su representante. Así, muchos jóvenes cristianos con vocación de servicio, que han trabajado en sus comunidades por amor a Dios y al prójimo, terminan siendo utilizados como maquinaria electoral. Sirven de escalera, pero no son invitados a sentarse en la mesa.
Vemos cómo ciertos rostros se repiten elección tras elección, cómo los cargos en el Ministerio del Interior o en entidades de asuntos religiosos son ocupados por personas "apadrinadas" por partidos cristianos. Y uno se pregunta: ¿es esto lo que soñamos cuando orábamos por libertad religiosa? ¿No era para servir y no para servirse?
Por eso, este mensaje es especialmente para ti, pastor de iglesia pequeña, líder de barrio, cristiano que ha levantado una comunidad con esfuerzo, sin reflectores ni cámaras.
No te dejes usar.
No entregues tu voz ni tu voto a quien solo aparece cuando hay elecciones. No creas que porque alguien dice ser cristiano, automáticamente merece tu apoyo. Revisa sus frutos, no solo sus palabras. Mira quién ha estado contigo en los tiempos difíciles, quién ha ayudado a tu comunidad sin buscar aplausos ni puestos.
Apoya a quienes trabajan contigo todo el año, no a quienes llegan con promesas cada cuatro años.
Apoya a los que tienen el corazón de siervo, no de empresario de la fe. A esos que no te dicen “Déjame hablar con mi secretaria”, sino que oran contigo, visitan a tu gente y entienden lo que es vivir con fe desde lo pequeño.
Porque el Día de la Libertad Religiosa no debe convertirse en el altar de la ambición, sino en un recordatorio sagrado del compromiso con la verdad, la justicia y el servicio al prójimo.
Que nunca olvidemos que el Reino de Dios no se edifica con votos ni curules, sino con amor, integridad y obediencia al llamado que Él nos hizo: servir, no ser servido