Colombia justa, Pero ¿Para Quién? La marcha que puede resucitar a Petro usando el nombre de Jesús

“Cuando la fe se mezcla con la estrategia electoral, lo primero que se pierde es la verdad. Este editorial no es contra el cristianismo, sino contra quienes usan el nombre de Jesús como marca electoral. Las iglesias son casas de oración, no trampolines políticos. Y Jesús, si estuviera hoy, no estaría en tarimas partidistas: estaría en las calles, con los que sufren”.

Ayer fue uno de esos días que no se olvidan. Más allá del partido político que represente, lo que hizo la representante Lina María Garrido me recordó a una versión contemporánea de Policarpa Salavarrieta: una mujer valiente que, alzando la voz por millones de colombianos engañados, expuso con firmeza a un gobierno que ha confundido el liderazgo con el autoritarismo. Un presidente que se cree por encima de los contrapesos, como si fuera el jefe único de las tres ramas del poder público, que no permite que se mueva nada sin su autorización, conocido en la ciencia política como individualismo político.

Su discurso de país idílico choca con la dura realidad de millones que viven en medio de la pobreza, la inseguridad, el desempleo y la desesperanza. Nos ha avergonzado ante el mundo, permitiendo que las estructuras criminales y armadas avancen mientras su gobierno se excusa en una falsa narrativa de paz. Colombia, hoy, bajo su mando, ha descendido al cuarto mundo.

Pero lo que más me preocupó fue lo que escuché después. Mi madre, fiel creyente y asistente al Lugar de Su Presencia, me comentó que las iglesias evangélicas —impulsadas por sectores políticos cristianos como Colombia, Justa Libres— preparan una “Marcha para Jesús” el próximo 3 de agosto.

Inmediatamente me surgieron preguntas: ¿Para qué la marcha? ¿Cuál es su objetivo espiritual real? ¿O acaso se está preparando un escenario político bajo la apariencia de fe? Sean sinceros con el pueblo cristiano, Uds. no son de centro, son de gobierno. ¿Siguen la agenda del gobierno tapando por medio de proyectos de oposición como los niños y la vida?

Desde el respeto y amor profundo que tengo por Jesús —mi Salvador y pilar de vida— no puedo callar como ciudadano ni como observador del panorama político nacional. No es aceptable que el nombre de Jesús se utilice como herramienta para reposicionar figuras políticas ni para disfrazar campañas anticipadas. Más grave aún, cuando el propio presidente Gustavo Petro, en el Congreso pro-Palestina, dijo: “El pueblo elegido de Dios somos todos y no se mata entre sí. Palestina tiene que ser libre”, igualando a cristianos y musulmanes como un solo pueblo divino. ¿Cómo pueden las iglesias cristianas realizar una movilización pública de carácter religioso en medio de un gobierno que relativiza la fe y desconoce verdades bíblicas fundamentales? ¿Dónde está el límite entre el activismo político y la integridad espiritual? ¿Dónde está el principio bíblico que tenemos que Israel es el pueblo de Dios y debemos defenderlo?

Le pregunto directamente a Colombia Justa Libres, a sus representantes Lorena Ríos y Marco Acosta, y al presidente de su colectividad: ¿En el espectro político, en qué lado están? Porque toman puestos de gobierno mientras se declaran independientes. ¿Para quién es esta marcha? ¿Para Jesús o para la estrategia electoral del 2026? ¿Para defender la fe o para maquillar alianzas con un poder que ha atropellado los principios que ustedes deben defender?

Ahora, que no se nos olvide: estamos en año preelectoral. Las jugadas políticas disfrazadas de actos de fe no son coincidencia, son cálculo. Lo que hoy se presenta como una marcha para Jesús, en realidad parece ser una plataforma anticipada para relanzar figuras como Lorena Ríos, quienes representan a un partido —Colombia Justa Libres— que ha estado más pendiente de sostenerse en el gobierno del cambio que de defender principios espirituales. Su silencio frente a los abusos del actual gobierno, su ambigüedad moral en momentos clave, y ahora su repentina “indignación santa”, no son otra cosa que una estrategia para volver a sonar, para intentar rescatar votos con la Biblia, pero no llevaron a cabo acciones que reflejaran un verdadero interés, siendo primera vicepresidenta, como cuando fueron asesinados este año los pastores cristianos, solo tuvieron una constancia y un, pésame.

No se puede servir a Dios y al poder al mismo tiempo. Y los cristianos debemos tener memoria antes de tener cédula electoral.

Por ultimo a los pastores, como El Lugar de Su Presencia, G12, Manantial y muchas otras: este mensaje es con respeto, pero con la firmeza que amerita el momento. Ustedes lideran comunidades que buscan refugio, verdad y guía. Sus iglesias son casas de oración, no urnas electorales. Jesús mismo, en Mateo 21:12-13, expulsó a los mercaderes del templo porque habían convertido la casa de su Padre en cueva de ladrones. ¿Es esto un llamado a no permitir que desde sus altares se vendan proyectos políticos como si fueran visiones espirituales?

Jesús vivió en una época de ocupación, opresión e injusticia. Estaba en medio del poder religioso del Sanedrín y la represión del Imperio Romano. Y, sin embargo, no organizó marchas, ni alzó pancartas. Cambió el mundo desde el servicio, la palabra y el sacrificio. No se alió con partidos, ni usó su nombre para mover masas por fines terrenales. ¿No deberíamos seguir su ejemplo?

Porque si esta marcha se realiza, hay que ser sincero, el resultado no será para la exaltación de Jesús, sino el posicionamiento de figuras políticas, un partido que busca reposicionarse en un año electoral y peor aún que puede utilizar el presidente Petro como símbolo de paz y la unión de un pueblo. Cuando en realidad ya el 70% de los colombianos no lo aprueba, resucitándolo en estos momentos donde está más hundido que nunca.

Por lo que se utilizará la fe como trampolín para una agenda que nada tiene de sagrada. Se lanzarán candidaturas bajo el nombre de El Salvador y eso, pastores, creyentes y ciudadanos, no se puede permitir.

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